Degustandome en bajezas, y no encontré ninguna felicidad.
Mas encontré el derroche de mi alma, el estigma de mi cuerpo.
Me perdí, entre las sombras de calles embarradas de gris, sin tí.
Te solté de la mano y me perdí.
Ahora, tirado en esa esquina, en la que tropecé y no permití que me llevaras,
lamento tu ausencia, me pierdo en mi mismo.
Alucino, divago, sueño con que estés esperando,
cosas injustas, que no tienen motivo ni razón.
Me queda ponerme de pie, pero las piernas están cansadas.
Las batallas de este corazón, sin tantas cicatrices como el tuyo,
terminaron extirpando el corazón y guardándolo en tu casa.
El mundo es horrible sin ti.
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