No puedo evitar sentirme atraido por los parajes rurales, no urbanizados, con olor a campo, a mina y a caleta.
Es que lo llevo en la sangre, y por muy urbana que haya sido mi vida, el pais donde vivo fue forjado en las espaldas de campesinos, mineros y pescadores, sin olvidar la parte indigena que también esta escrita en mi piel y en los rasgos de mi cara. La nostalgia de los tiempos pasados quema, y la sangre tira. Es quizas por eso que el olor a tierra mojada, pisar un camino de piedras o el sabor de la comida del mar me arrastran hacia los lugares mas placenteros. Es quizas por eso, que mi corazon se tiñe de rojo con las demandas inclumplidas, y tan importantes, que emergen de lo rural.
lunes, 21 de julio de 2008
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